Hubo una vez
hace mucho mucho tiempo entre montañas y un valle verde como los
tréboles en primavera, una Niña excepcional, quizá no puedas
recordarlo, tal vez aun eras un cigoto, pero yo la conocí , la vi
pasar un día mientras tomaba pulque con piña afuera del negocio de
José, esa fue la primera vez que la vi, y aunque había pasado mucho
tiempo aun conservaba su rostro una jovial frescura, su nariz se
arrugaba ligeramente al sonreír y sus pomulos se pronunciaban
ruborizados, llevaba el cabello en chongo, un largo vestido que casi
ocultaba sus sandalias, y tras suyo en una vaina cual flecha llevaba
una plateada flauta.Hubiese pasado desapercibida a mis ojos de no
haber sido por una dulce cancion que silbaba, me recordaba muchas
cosas, las tardes escuchando el canto de las aves, el piar de los
pollos de mio abuela, y hasta las noches estrelladas en abril, cuando
los grillos cantan y cantan.
Lo siguiente me
lo contó Eli una prima que alguna vez trabo una larga amistad con
ella, amistad que se había visto truncada cuando ella se fue a vivir
a la capital un tiempo. Su nombre era Celeste, ella creció en la
casa mas cercana a la montaña, aunque no a las faldas de esta, vivía
con su padre que la amaba como nadie, a diario le daba clases de
flauta y el fue quien le abrió y mostró el mundo de la música
clásica, siempre que viajaba a la capital regresaba con un par de
vinilos, que ella escuchaba feliz a todas horas en el tocadiscos del
cuatro principal para hacer llegar la música a cada rincón de su
casa, a pesar que su padre nunca le preguntaba que discos deseaba
ella no le incomodaba elegir los mejores entre los que traía,
escogió como favoritos a los autores de la época romántica, aunque
también gustaba de tocar canciones del periodo clásico y barroco,
también algunas cuantas de autores contemporáneos. Tenia ella 15
ciclos de otoño y ya dominaba el arte de interpretar una canción de
Do a Do con solo escucharla unas cuantas veces.
Un día mientras
estaba sentada bajo la sombra de un árbol cerca del establo en la
cercanía de vacas, cerdos, algunos burros, ovejas, un gato pardo y
su perro mas querido, empezó a tocar una canción de Liszt que
escucho la noche anterior buscando el sueño de dicha melodía,
comenzó haciéndolo con los ojos cerrados, sintiendo el calor del
sol entre las hojas calentando su rostro, estaba tocando la primera
parte cuando sin notarlo los abrió y se encontró con que algunos
animales la miraban y parecían prestarle oído, tanto se sorprendió
que dejo de tocar y ellos hicieron un gesto de extrañeza como si no
quisieran que parase, sin titubear ni dejar de observar comenzó
nuevamente con el sueño de amor y algunos animales se sentaron,
otros solo se quedaron inmóviles, y su perro y gato se acercaron a
ella para sentarse uno sobre su regazo y otro apoyando su cabeza en
su pierna, toco tan suave y melodiosamente que los minutos que duro
su interpretación parecieron horas de paz. Quedo tan extasiada al
tener tan bello y variado publico que comenzó a tocar muchas otras
canciones que conocía, algunas piezas especiales para flauta y otras
que también había adaptado para su deleite personal, aunque se
desanimo al notar que no todas parecían gustarles y que algunas solo
llamaban la atención de unos pocos animales, se quedo muy
desconcertada y toco hasta el atardecer cuando comenzaron a iluminar
el cielos las primeras estrellas, luego entro de nuevo a casa, le
hablo a su padre sobre lo ocurrido, pero el no presto mucha atención,
había tenido un día largo, ya solo quería descansar.
A la siguiente
mañana al abrir los ojos con el canto de los gallos, antes de
levantarse se tomo un momento para escuchar los primeros sonidos del
nuevo día aun mezclados con los sonidos de la noche, fue entonces
cuando puedo apreciar en ellos una armonía sincopa que no había
podido apreciar antes, se quedo largo rato escuchándoles hasta que
la mañana se hubo mostrado completamente clara, fue cuando lo
decidió preparo un par de aperitivos, suficiente agua y junto con su
perro tomo camino hacia el bosque a faldas de la montaña, aun no
había gente por las calles, nadie la vio partir y antes de entrar al
bosque volteo a mirar las casitas del pueblo iluminadas por el sol de
las nueve, le parecían encantadoras esas pequeñas imágenes que
solía guardarse en la memoria para un día gris, camino por el
sendero y escucho cada vez mas claro lo que algunos llamaban el
silencio de la naturaleza, claro que de silencio tenia casi nada
porque se podían escuchar los sonidos que hacían cada uno de los
animales que allí vivían, el gorjeo de las aves, las hojas al ser
agitadas por el viento, el correr de algún conejo, los chillidos de
las ardillas y hasta el canto de un águila que paso muy por encima
de las copas de los arboles, también se escuchaba el rió ,se
escuchaba lejano a pesar de no estar a mas de cien metros, camino
hasta el y cuando hubo llegado se sentó a la orilla de un árbol,
merendó junto con su perro en silencio, tratando de apreciar cada
sonido, antes de iniciar con lo que había planeado.
Cuando hubo
terminado y mientras su perro dormía a la sombra del árbol, ella
comenzó a escalar el árbol hasta donde puedo escuchar mejor los
sonidos del alrededor mezclados con el murmurar del agua del rió, se
concentro en el canto de las aves, presto atención a las notas que
estas tocaban y cuando encontró el momento preciso comenzó a tocar
junto con ellas, después de unos pocos minutos noto el canto de las
aves mas cerca, y así era pues al oír el canto de su flauta rimando
con el suyo se sintieron volar suavemente siguiendo el latido
acelerado que sintieron en sus pequeños corazones, no dejaban de cantar, algunos posados sobre los ramajes cercanos, otros volando de un lado a otro y en círculos, o dando volteretas, continuo cantando hasta que el aliento faltante le obligo a parar un rato, observo como las aves continuaban cantando alegremente y como se fueron alejando una a una.
Cuando descendió del árbol su perro ya se había despertado y movía la cola alegremente, ella le acaricio la cabeza y luego de recoger la bolsa en que llevaba los restos de su almuerzo comenzó a andar de regreso hacia el pueblo, cuando hubo vuelto a sendero donde había arboles a lado del camino de nuevo escucho el chillido de las ardillas, sin dudarlo tomo asiento, saco su flauta y después de encontrar el sentido de su chirrido, empezó a tocar junto con ellas, de nuevo las pequeñas criaturas comenzaron a chirriar acordemente con sus notas y algunas se acercaron más a ella, una incluso se atrevió a subirse al lomo de su perro para escuchar y chirriar mejor apoyada en sus patas traseras, toco largo rato para ellas también, después se detuvo y las ardillas regresaron lentamente a sus arboles. Ella por el contrario se quedo sentada junto a su perro quien apoyo como gustada su cabeza en sus piernas para ser acariciado, no lo sabia pero tenia una sonrisa que iluminaba su rostro de una manera que nunca había sentido, estaba maravillada con lo que acababa de encontrar alrededor de si, todas esas melodías y ritmos que solo esperaban ser descubiertos, y que tanto la hacían alegrarse y querer bailar, tanto a ella como a los animales para los cuales tocaba. Asi se dio cuenta del porque antes no todos los animales le prestaban atención y es que las melodías que tocaba solo le agradaban a unos, no a todos los animales en su establo, se levanto casi de un salto y comenzó a caminar rápidamente, le urgía llegar a su casa, entrar en el establo y probar si lo que pensaba era correcto.
Cuando llego su padre estaba a punto de servir la comida, solo pensaba en ir al establo pero no podía ignorar el canto que tambien salia de sus tripas, asi que se sento a comer con su padre, aunque se abstuvo de contarle su descubrimiento por ahora, despues ya tendría tiempo de hacerlo. Apenas termino y se apuro hacia el establo de las vacas, escucho el mugir que hacian y comenzo a tocar nuevamente, las vacas tambien bailaban, con estas habia incluso un elemento mas, que era el cencerro que llevan al cuello el cual sonaba cada vez que alguna se movía hacia algún lado al ritmo de la música, termino de tocar para ellas y las miro relajadas, siguió con cada uno de los animales que en su establo había hasta que hubo terminado de atardecer y comenzado la espesura de la noche, pero no se detuvo entonces, toco luego con el aullar de lobos y perros, hasta que el sueño la venció en el columpio desde el cual toco las ultimas notas.
Así fue como ella descubrió como hacer música con cada animal que la invitaba a tocar, yo la seguí varias veces al bosque cuando la miraba adentrarse en el, la escuche desde el otro lado del riachuelo algunas veces, un día tuve que abandonar el pueblito y regrese a la ciudad, pero aun cuando voy al parque y escucho el canto de las aves y los sonidos de los grillos por la tarde, pienso en ella, en sus melodías, y en la manera en que nos hizo sonreír cada vez que tocaba, y quien sabe, quizá aun esta allí, tocando para ella, para el bosque, y para los que quieran escucharla.
He decidido publicar como primera entrada la mas reciente historia que los alrededores de mi vida me han inspirado, espero te haya gustado. Hasta el siguiente cuento. Atte Iván
La imagen fue tomada de la siguiente galeria, creditos a quien pertenezcan http://red79witch.deviantart.com/
